sábado, 1 de febrero de 2014

ESTATUA DE SAL

Atado a la cuerda de la esclavitud de un mal presagio, el infeliz siguió el camino de los condenados, preso de sí, del más enconado rencor a su miseria, despreciable… y despreciado, contó las últimas horas de sus días, las últimas horas de su año de gracia y escuchó risas y cantos de júbilo a sus espaldas. Eran los hombres y mujeres que poblaron su destino, eran los niños con sus risas estruendosas de cohetones en el cielo. En la víspera, durmió solo, bajo las colchas del olvido. Ahogado en la humedad, sus ojos de pescado muerto, indiferentes, derramaron sangre; y el sudor, como un mar enfebrecido, lo fue envolviendo con cristales punzantes y vivió en carne propia la suerte del bacalao. Al amanecer de un nuevo día, en el retoño de otro calendario, el infeliz apenas era un mal recuerdo de fin de año.

No hay comentarios: